II. Varadero
El autobús que me transportaba hasta Varadero, hizo una parada a mitad de camino para un descanso. Era un lugar, al borde de la carretera, con un pequeño cobertizo, donde un par de individuos tenían montado su humilde negocio: Una pequeña prensa, y una pila de cañas de azúcar. Hacían pasar las cañas por la prensa y vendían, por vasos, el jugo extraído. El sabor del jugo de la caña de azúcar es muy bueno; ya lo había probado en otra ocasión en alguno de mis paseos de los días anteriores, pero aquí añadí otro componente, un “chupito” de ron; la bebida, de esta forma, se convertía en un manjar de dioses. El precio se aumentaba en un dólar, pero valía la pena.
Mientras
tomaba mi bebida, una banda de músicos cubanos interpretaba canciones de su
folklore con el acompañamiento de sus instrumentos típicos de Cuba. Como
también vendían una cinta cassette con las grabaciones de su repertorio, les
compré una. El título de la cinta era “GRANDES EXITOS – Grupo Sierra Maestra”.
Estaba claro que este sitio era parada usual de turistas en sus traslados entre
La Habana y Varadero, y que tanto el chiringuito de la caña de azúcar, como el
grupo folklórico, estaban en un lugar estratégico.
En mi primer
paseo por los alrededores, descubrí que se estaba construyendo un campo de golf
en las inmediaciones del hotel.
Curiosamente, hacía unos meses que había empezado a recibir clases de golf y ya
salía al campo a jugar con el grupo de recientes amigos hechos con motivo de la
práctica de este deporte, que me había enganchado de manera insospechada para
mí, ya que, mi primer objetivo fue el de tener un
pretexto para hacer algo de ejercicio. Me dije que, si volvía por aquí,
tendría que traer mis palos de golf.
Otra de las
cosas que me sorprendieron, era que, en el bajo del hotel, había como una gran
galería de arte con muestras de diferentes formas de expresión artística:
pintura, escultura, cerámica… Hacía unos años, también había sentido curiosidad
por esa actividad y, de hecho, con motivo de la compra de mi nuevo domicilio,
había frecuentado visitas a galerías y subastas de arte, donde había adquirido
algunas piezas, principalmente pinturas y objetos de cristal con el objeto de
dar algo de ambiente a mi nueva casa, bastante más grande que la anterior, y
que, al inicio, según decía mi madre cuando veía un habitáculo vacío: «parecía un hospital robado». Me hice el propósito de visitar la
galería antes de volver a España.
En todo
caso, mi principal objetivo era ver que opciones había para conocer algo más de
Cuba desde mi nueva situación, y lo primero que hice fue contratar dos
excursiones en barco para los días siguientes.
La primera
de esas excursiones la hicimos en un barco a vela, no recuerdo exactamente el
número de personas que íbamos en el barco, no demasiadas, pero el grupo más
numeroso era uno de argentinos. Siempre me ha sorprendido el número de
argentinos que me he encontrado en mis viajes. De acuerdo con las noticias que
se reciben en España de ese
país, parece que siempre está al borde del abismo económico: manifestaciones,
caceroladas, corralitos, gobiernos inestables, corrupción…, sin embargo, parece
evidente que esa situación no debe afectar a toda la población; un viaje de
Argentina a Cuba no debe de ser barato; más en ese caso que era un grupo
relativamente numeroso, seis o siete personas que parecían ser familia. En
otras ocasiones he encontrado otros grupos de argentinos en diferentes países
de Europa: Francia, Países Escandinavos, Austria… Entiendo que debe de ser un
país con enormes desigualdades sociales.
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