domingo, 24 de julio de 2016

El futuro gobierno

¿Habremos gobierno? ¿Qué tipo de gobierno?: ¿De coalición? ¿En base a abstenciones en la investidura? ...

En el segundo de los casos, será un desastre. No podrá sacar nada adelante y será inoperante.

Para el primero (que sería el deseable) el tiempo de negociaciones previas necesarias, hace imposible una investidura rápida ¿Estarán dispuestos nuestros egregios diputados a dedicar el tiempo de sus valiosas vacaciones para conseguirlo? Es lo menos que nos deben.

El golpista - Los chicos XXVIII

— Juan, anímate, no te hundas; no podemos dar esa satisfacción a estos pendejos. Esto tiene que tener una solución; no hemos hecho nada grave y sabes que Tibisay está aquí. Tus amigos cuidarán de tus hijos…

— Alberto, ya oíste a Zubiaurre, nos tiene preparado algo gordo ¿A santo de qué ha detenido a Tibisay? ¿Quiénes piensa que somos? Nos acusa de ser los cabecillas de las revueltas y de haber seguido los mandados de alguien ¿Quién te ha mandado a ti? A mí, nadie. Nos hemos visto envueltos en una explosión de rebeldía ante la situación en la que nos pone las medidas del gobierno y la situación se le ha ido a todo el mundo de las manos. Ya son cuatro días aquí desde que fuimos interrogados ¿Qué ha sido desde entonces de Tibisay? ¿Y de mis hijos? No sabemos qué está pasando. Cuando nos detuvieron, el ejército se había hecho cargo de la situación y no tenemos idea de cómo se han desarrollado las cosas ahí afuera desde entonces.

— Escucha Juan, la puerta.

— ¡Juan Orive y Alberto Zecoto, salgan!

Obedecemos la orden que el guardia nos ha dado desde la puerta de la celda. Otros dos guardias, fuera, nos esposan y nos conducen de nuevo a la presencia de Zubiaurre.
Como la vez anterior parece estar examinando papeles. Pasados unos minutos, levanta la vista y nos interpela.

— Bien, señores — nos dice — ¿Han reflexionado sobre lo que les pregunté? ¿Están dispuestos a darme la información que les pedí?


Su mirada pasa a fijarse, ora en uno, ora en otro, esperando una respuesta de nuestra parte.

domingo, 17 de julio de 2016

El informe Chilcot

Hace tres semanas que no hago ningún comentario en este blog. Todo el mundo tiene derecho a unas vacaciones y la obligación de dejar de machacar al prójimo por un tiempo. Durante estos días han sucedido muchas cosas, casi todas desagradables; algunas de ellas nos tienen profundamente tristes y así será, me temo, durante mucho tiempo. Me voy a centrar en una que tuvo lugar hace ya muchos años y que, el informe Chilcot, ha puesto de nuevo sobre la mesa: La segunda guerra del golfo. Dicho informe pone en evidencia la nefasta decisión de cometer aquel acto y las falsedades en las que se basaron quienes la tomaron  ¿Recordais cuales fueron los pretextos?

- Saddam Hussein era un dictador
- Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva
- Saddam Hussein no había cumplido un número de resoluciones del Consejo de Seguridad de la      ONU.

¿ Cuantos dictadores en el mundo han sido sin que los responsables de aquella decisión moviesen un dedo contra ellos, es más, los han apoyado? Entre ellos al mismo Saddam Hussein unos años antes.

- Nunca aparecieron armas de destrucción masiva, como venían diciendo los investigadores de la ONU antes de la invasión.

- Cuantas resoluciones del Consejo de Seguridad tiene incumplidas, por ejemplo, Israel, sin que nadie haya movido un dedo para que las cumpla.

Por último ¿Podrían ser algunos de los problemas que sufrimos en la actualidad, consecuencia de aquella decisión?


El golpista - Los chicos XXVII

Juan baja la cabeza y no dice nada. No me atrevo a preguntar más…, la llegada de las copas repletas de jugo de frutas hace que el ambiente se relaje.

Mientras tomamos los jugos de frutas, llamo de nuevo al mesero.

—Por favor, señor ¿Nos puede servir tres “pabellones”? Los ojos de los chicos se iluminan al escuchar la palabra “pabellón”. La aparición, minutos después, del plato con arroz, frijoles, plátano, carne…, les hace olvidar por un momento su realidad y no levantan los ojos del plato hasta acabar el último grano de arroz. Seguro que no habrían comido nada caliente desde la detención de su madre.

— Gracias señor, — dice Juan —. Sus sonrisas, me ha resarcido de las imágenes de desastre que he almacenado en mi cerebro durante los últimos días.

― Bueno chicos — les digo —, hemos de volver a casa, debéis estar allí cuando vuestros padres vuelvan.

Se han levantado al unísono y comenzamos la subida al cerro donde volvemos a la realidad: grupos de soldados patrullan entre los ranchitos; de alguno de ellos siguen sacando a gente detenida... El miedo sigue estando presente

—Bueno chicos — les digo al llegar a la puerta de su ranchito —. Cuidaros mucho, seguro que mamá y papá vuelven pronto y se pondrán contentos al ver que os habéis portado tan bien. Tenéis que seguir siendo valientes.

Los chicos me abrazan mientras doy unos bolívares a Juan. No tengo ninguna confianza en que vaya a suceder lo que les he dicho, pero les veo entrar en su ranchito con una expresión más confiada, diferente a la que tenían cuando les encontré esta mañana. Tendré que volver a verlos.