domingo, 31 de enero de 2016

El absentismo

¿Sería posible hacer uso de la Ley 3/2012 de la legislación laboral donde se dice que, por absentismo, se puede extinguir un contrato de trabajo, para, así, mandar a su casa, suspendidos de empleo y sueldo, a nuestros diputados? Al fin y al cabo, son ellos los que han promulgado esta ley.

El golpista - El caraazo IX

En su despacho, el ministro de defensa, se dirigió a sus subordinados. La operación estaba en marcha.

— «Estas son mis órdenes. La capital quedará dividida en tres áreas: Litoral Central bajo responsabilidad de las fuerzas de la marina; Centro y Suroeste bajo la responsabilidad del Comando regional 5º de la Guardia Nacional; y Noreste, este y sureste bajo la responsabilidad del Comando estratégico del ejército. Tienen ustedes permiso para utilizar armamento de guerra y cortar de raíz la subversión. Estamos habilitados por la constitución para ejecutar las órdenes del Presidente de la república. Cumplan ustedes las órdenes como militares que son».

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Años más tarde, ante las imputaciones recibidas en relación con las muertes producidas durante la ejecución del Plan, el ministro justificaría la actuación de las fuerzas armadas bajo sus órdenes, con el siguiente discurso:


“La ley es el origen de todo bien y la obediencia a la misma es el primer y fundamental deber del soldado. La constitución de la República se hace para el bien común de sus ciudadanos e Instituciones,  y si, en su observancia y obediencia, hay algo equivocado o erróneo, es deber del Poder Legislativo, y no de las Fuerzas Armadas, cambiarlo. Dentro de este marco referencial, las Fuerzas Armadas están sujetas a un ordenamiento legal que le determinan el modo, tiempo y forma de actuar para cumplir con sus deberes Constitucionales en beneficio de su País, tanto en situaciones de conflicto externo como interno; en este último caso, tienen como “IMPERATIVO” el restablecimiento del orden público cuando el mismo se viese alterado y las autoridades civiles legítimamente constituidas, así lo soliciten”.

domingo, 24 de enero de 2016

El golpista - El Caracazo VIII


En mi camino de vuelta al hotel, alcancé a ver, al pasar por la Avenida Andrés Bello, la destrucción de la tienda de la proveeduría, y como, las fuerzas especiales tomaban posiciones en los alrededores para contener a los asaltantes. Ya amanecía cuando volví al hotel, agotado de mi excursión por la capital, e impresionado por lo que había visto durante la noche. Era impensable para mí una explosión de violencia como aquella, y mucho menos, una falta de previsión como la que las autoridades habían demostrado: falta de preparación en las fuerzas policiales, insubordinación, en muchos casos falta de actuación e, incluso, participación en los saqueos en otros…Sin desvestirme, me tiré a la cama y tras un corto sueño y una ducha fría para espantar el cansancio, me puse frente al televisor a ver como seguían desarrollándose los acontecimientos.

Las primeras imágenes que vi fueron  el saqueo del Centro comercial Anauco, en San Bernardino. Los desórdenes se habían prolongado durante la noche y continuaban ya avanzada la mañana… ¿Nadie iba a tomar alguna decisión para acabar con aquella barbarie?

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«Juan ¿En qué andas? Ya es otro día y no has vuelto… Espero con ansia verte aparecer y no llegas... Estoy viendo en la televisión imágenes de las revueltas y creo verte en todas ellas. Veo cuerpos caídos en el suelo y las imágenes pasan sin pararse, sin dejarme ver si alguno de ellos eres tú, Juan, miro a nuestros hijos que duermen ajenos a lo que está pasando y mi alma india presiente la llegada de malos tiempos. Vuelve a casa Juan de la Cruz…»

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En la habitación de mi hotel me entero de la noticia que se está repitiendo en todos los medios:

—«A las cuatro de la tarde, el Presidente de la República ha reunido el Consejo de Ministros que ha tomado las siguientes decisiones: Declaración del estado de emergencia, activación del Plan Ávila y suspensión de garantías constitucionales. Las fuerzas del ejército, bajo el mando del Ministro de la Defensa, tomarán la situación bajo su control hasta que sea restablecido el orden».


Sin duda, pienso, esta decisión va a cambiar el rumbo de los acontecimientos. Era necesario tomarla dado el fracaso de la actuación de las fuerzas policiales, pero puede tener, también, una influencia imprevisible en el futuro del país que, desde hace ya tres décadas, no había vivido la intervención del ejército en la vida política.

domingo, 17 de enero de 2016

El caracazo VII

Los grupos de Juan de la Cruz y de Zecoto alcanzaron la Avenida Andrés Bello, en ese momento alguien gritó:

¡«Aquí, al lado, tenemos la tienda de proveeduría del empleado público! ¡Vamos a por ella»!

— ¡Quietos muchachos! ¡No destruyan nada! —Gritó Juan de la Cruz...—.No le quisieron oír, y también Zecoto quedó paralizado ante la reacción de los hombres. No podían contener a los que les seguían que,enardecidos, asaltaron la tienda.Las persianas fueron destruidas  y empezó el saqueo;artículos de todo tipo fueron tomados por los asaltantes que se encontraron un botín inesperado: miles de cajas de güisqui fueron extraídas, cuidadas con esmero por los asaltantes y repartidas en lotes para trasladarlas a sus barrios, a sus ranchitos.

—Compadre —dijo Juan de la Cruz a Zecoto—, esto se nos ha ido de las manos. No sé tú, pero yo no pretendía esto. Sólo quería hacer una manifestación de protesta, no provocar esta tremenda destrucción ¿Qué podemos hacer ahora?

— No sé, Juan de la Cruz —dijo Zecoto—, pero tenemos que hacer frente a la situación. No podemos huir ahora. No somos unos cobardes.

—Vamos muchachos —gritaron al unísono—. Dejemos esto, ya hemos hecho bastante hoy. Coged lo que podáis llevar y volvamos a los ranchitos.

—Y un carajo — respondió el que había avisado de la existencia de la tienda —. Nos vamos a quedar aquí toda la noche hasta sacar cualquier cosa de las que hay en este maldito almacén...