domingo, 30 de enero de 2022

CUBA - VARADERO I

 

II. Varadero

El autobús que me transportaba hasta Varadero, hizo una parada a mitad de camino para un descanso. Era un lugar, al borde de la carretera, con un pequeño cobertizo, donde un par de individuos tenían montado su humilde negocio: Una pequeña prensa, y una pila de cañas de azúcar. Hacían pasar las cañas por la prensa y vendían, por vasos, el jugo extraído. El sabor del jugo de la caña de azúcar es muy bueno; ya lo había probado en otra ocasión en alguno de mis paseos de los días anteriores, pero aquí añadí  otro componente, un “chupito” de ron; la bebida, de esta forma, se convertía en un manjar de dioses. El precio se aumentaba en un dólar, pero valía la pena.

Mientras tomaba mi bebida, una banda de músicos cubanos interpretaba canciones de su folklore con el acompañamiento de sus instrumentos típicos de Cuba. Como también vendían una cinta cassette con las grabaciones de su repertorio, les compré una. El título de la cinta era “GRANDES EXITOS – Grupo Sierra Maestra”. Estaba claro que este sitio era parada usual de turistas en sus traslados entre La Habana y Varadero, y que tanto el chiringuito de la caña de azúcar, como el grupo folklórico, estaban en un lugar estratégico.

La llegada a Varadero fue una sorpresa. Aquello ya no era Cuba, era otro mundo. Para empezar, una barrera, como la un paso a nivel, impedía el acceso al área a la población cubana, excepto, claro, a aquellos que tuvieran un trabajo en la zona. Dentro de aquel recinto, similar al de cualquier otra playa del caribe, solo estábamos turistas extranjeros. En mi caso, en concreto, en un hotel de la cadena Meliá.

En mi primer paseo por los alrededores, descubrí que se estaba construyendo un campo de golf en las inmediaciones del hotel. Curiosamente, hacía unos meses que había empezado a recibir clases de golf y ya salía al campo a jugar con el grupo de recientes amigos hechos con motivo de la práctica de este deporte, que me había enganchado de manera insospechada para mí, ya que, mi primer objetivo fue el de  tener un  pretexto para hacer algo de ejercicio. Me dije que, si volvía por aquí, tendría que traer mis palos de golf.



Otra de las cosas que me sorprendieron, era que, en el bajo del hotel, había como una gran galería de arte con muestras de diferentes formas de expresión artística: pintura, escultura, cerámica… Hacía unos años, también había sentido curiosidad por esa actividad y, de hecho, con motivo de la compra de mi nuevo domicilio, había frecuentado visitas a galerías y subastas de arte, donde había adquirido algunas piezas, principalmente pinturas y objetos de cristal con el objeto de dar algo de ambiente a mi nueva casa, bastante más grande que la anterior, y que, al inicio, según decía mi madre cuando veía un habitáculo vacío: «parecía un hospital robado». Me hice el propósito de visitar la galería antes de volver a España.

En todo caso, mi principal objetivo era ver que opciones había para conocer algo más de Cuba desde mi nueva situación, y lo primero que hice fue contratar dos excursiones en barco para los días siguientes.

La primera de esas excursiones la hicimos en un barco a vela, no recuerdo exactamente el número de personas que íbamos en el barco, no demasiadas, pero el grupo más numeroso era uno de argentinos. Siempre me ha sorprendido el número de argentinos que me he encontrado en mis viajes. De acuerdo con las noticias que se reciben en España de ese país, parece que siempre está al borde del abismo económico: manifestaciones, caceroladas, corralitos, gobiernos inestables, corrupción…, sin embargo, parece evidente que esa situación no debe afectar a toda la población; un viaje de Argentina a Cuba no debe de ser barato; más en ese caso que era un grupo relativamente numeroso, seis o siete personas que parecían ser familia. En otras ocasiones he encontrado otros grupos de argentinos en diferentes países de Europa: Francia, Países Escandinavos, Austria… Entiendo que debe de ser un país con enormes desigualdades sociales.




domingo, 23 de enero de 2022

CUBA - LA HABANA X

 

Por ser la última mañana que pasaría en La Habana, decidí quedarme en la piscina. Al día siguiente debía salir para Varadero y me vendría bien descansar.

Salvo el incidente de hacía dos noches en el jardín con la chica que se había colado en el hotel para conseguir “clientes”, no había tenido ningún contacto con el ejercicio de la prostitución, del que tanto se comentaba en España. No me había percatado de la existencia de las famosas “jineteras”, “chiquitas”, o similares en mis paseos por La Habana, pero durante aquella mañana si tuve la oportunidad de presenciar, en vivo, una de aquellas situaciones.

Cerca de mí, en la piscina, había una pareja. Un hombre joven, bastante desenvuelto, se notaba que era veterano en las estancias en Cuba y, junto a él, una niña, a duras penas se le podía dar el adjetivo de adolescente, estaba como ausente, aunque sin dar muestras de la más mínima incomodidad, tomaba el sol y sonreía al muchacho. Al poco rato, llegó otro chico joven quien, al ver el panorama, increpó, en voz baja, era claro que no quería hacer mucho ruido con el tema, al que, supuse, debía ser su amigo.

¿Estás loco? como se te ocurre traer aquí a esta chica ¿Sabes el riesgo que estáis corriendo?

Su amigo se sonrió, y le dijo: —venga tío, no te pongas dramático —, y siguió haciéndose arrumacos con la chica que, desde luego, no parecía sentirse incomodada, No sé si por inconsciencia, o porque tampoco era la primera vez que estaba en esa situación. Posiblemente, las dos cosas. No pude impedir, que sus actitudes me recordasen a las de la Lolita de Nabokov.

El recién llegado estuvo un rato allí y, dado que no le hacían ningún caso, y él era el único que parecía estar incómodo con la situación, decidió irse por si el tema se complicase. En el tiempo que yo estuve en la piscina, hasta la hora de tomar la comida en el restaurante, nadie más incomodó a la pareja.

Al fin del día, me dediqué a hacer de nuevo mi equipaje ya que, como dije, a la mañana siguiente debía salir rumbo a Varadero, a descubrir las sorpresas que me tuviese reservadas la segunda parte de mi viaje.



viernes, 14 de enero de 2022

CUBA - LA HABANA IX

 La mañana amaneció excelente, como la de todos los días desde que había llegado a La Habana. El plan era, después de tomar el desayuno, visitar la Habana  vieja y alguna de las fortalezas construidas en la época colonial. Había oído, o leído, una anécdota de Carlos IV sobre la fortaleza de San Carlos de la Cabaña.

Al parecer, se le veía con frecuencia enfocar con un catalejo, desde los balcones de palacio, en la dirección de Cuba. Ante la pregunta de por qué hacía aquello, respondió:

Espero que, dado el gran coste que ha tenido la construcción de esa fortaleza, me sea posible divisarla desde aquí —.

Efectivamente, había sido la fortaleza mayor y más cara de las construidas en América hasta aquel momento. Su construcción se comenzó después de la recuperación de la ciudad, que había sido conquistada por las tropas británicas en 1762, lo que puso en evidencia las debilidades del Castillo de los Tres Reyes del Morro cuando fue ocupado después de ser asediado desde el lugar en que luego se construyó la nueva fortaleza.

Con este bagaje, después de desayunar, me dirigí a cumplir mi plan para el día.

He de reconocer que la llamada Habana Vieja me impactó sobremanera, fue lo que más me había gustado desde mi llegada a Cuba. Los alrededores de la plaza de la Catedral, así como la Catedral misma y algunos de los edificios que la circundan, me parecieron una maravilla, un lugar donde se percibía lo mejor de lo que había sido la conquista española. En absoluto me extrañó cuando, en 1982, el centro histórico de La Habana fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Según el escritor cubano Lezama Lima, era la «zona del primer hechizo habanero»

La vida eclosionaba en toda la zona: Las terrazas llenas de gente, la mayoría turistas, claro; los tenderetes de libros rodeados de gente curiosa y deseosa de encontrar alguna “joya” editorial, algunas casas se veía que habían sido restauradas recientemente y pintadas de colores vivos; mucha gente circulaba en bicicleta (nada del abigarramiento de las colas esperando la llegada del “camello” en el centro de la ciudad) En todo en el espacio se disfrutaba de un ambiente relajado que no se correspondía con lo que había vivido hasta ese momento en La Habana.

                                        



La catedral fue, en su principio, un deseo de los padres jesuitas que contó con toda la oposición posible por parte de las autoridades civiles y tuvo que ser el obispo de Compostela quien comprase, por 10.000 pesos, los terrenos para construir el colegio de los padres jesuitas y una misión. Proyecto que, a la muerte del obispo fue interrumpido, de nuevo, por el Procurador General y, más tarde, abandonado, por la expulsión de los Jesuitas por decisión de Carlos II.

Fue hacia el año 1787, cuando el antiguo oratorio comenzó a transformarse en la actual Catedral de la Habana. Se había tomado la decisión de dividir la diócesis, de Cuba, en dos, de acuerdo con una Real Cédula: una fue la de Santiago de Cuba, la única que existía hasta el momento, y la otra la diócesis de La Habana. A partir de ese momento, Felipe José de Trespalacios y Verdeja, primer obispo de esta nueva diócesis a partir de 1789, y sus sucesores, fueron quienes hicieron las transformaciones necesarias en el edificio para llegar a lo que es hoy la actual Catedral, que se erigió bajo la advocación de la Virgen María de la Concepción Inmaculada. Un edificio barroco, con tres naves y ocho capillas laterales y piso de mármol blanco y negro.

                                                    



En el interior de la Catedral, que actualmente lleva el nombre de San Cristóbal de la Habana, se encuentran varias tumbas de obispos  y personajes ilustres de la ciudad y, hasta la independencia de Cuba, también hubo allí un monumento funerario dedicado a Cristóbal Colón.

Existen otros edificios importantes en las cercanías de la Catedral que hacen de esta zona un conjunto arquitectónico que muestra cómo se convirtió, lo que inicialmente, en siglos anteriores, era una ciénaga, así se conocía a la plaza, de la Ciénaga , en el área más importante de la Habana a partir del siglo XVIII:

Así, La Casa de Don Luis Chacón, la del Conde de Casa Bayona, El Palacio del Marqués de Aguas Claras, que cuenta con unas arcadas muy interesantes, el Palacio del Conde de Casa Lombillo, La Casa del Marqués de Arcos…Todos estos edificios, a la desaparición de sus dueños, han sido utilizados como museos, liceos y sede de diversos departamentos administrativos.

Otras plazas próximas, como la Plaza de Armas la más antigua y lugar donde se fundó la “Villa de San Cristóbal de La Habana—,  la Plaza Vieja, la de San Francisco de Asís…, lugares como el Templete: edificación que simula, en estilo neoclásico, un templo grecorromano construido en 1828 para conmemorar la fundación de la ciudad, y donde hay plantada una ceiba para recordar el árbol bajo el cual se celebró la primera misa en La Habana.

Frente al Templete se encuentra el Palacio de los Capitanes Generales, donde vivieron más de 60 gobernadores a lo largo de su historia. En su patio central hay una estatua de Cristóbal Colón… En la Habana Vieja, se encuentra, concentrada, gran parte de la historia de la colonización española en América…

Mi siguiente visita fue a la fortaleza de “Los Tres Reyes Magos del Morro, situado a la entrada de la Bahía de La Habana y que, junto a la de La Punta, fueron las más importantes defensas de la ciudad, hasta que, en 1762, que tomada por los británicos y, con  ella, la ciudad. Después de su recuperación por la Corona española,    tras ser canjeada, junto con Manila, que también había sido perdida en la misma guerra, por las Floridas , la Corona española construyó, a finales del siglo XVIII, la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, para asegurar mejor la defensa de la ciudad.

Dentro de esta fortaleza se encuentra situado el Faro del Morro, el más antiguo de América y un emblema de Cuba; unos años después de mi visita, en 2008, fue hermanado con el de Hércules.

El Castillo y la fortaleza son construcciones muy interesantes, ejemplos de la arquitectura defensiva desarrollada en la época. Se mantienen los cañones y baterías de aquel momento que muestran lo importante que era el mantenimiento de la seguridad de la ciudad ante los ataques de piratas y corsarios. Con la rememoración de toda esta historia, de la que España había sido protagonista durante siglos, volví a descansar al hotel.

                                                    



sábado, 8 de enero de 2022

CUBA - LA HABANA VIII

Desde el autobús nos mostraron algunos de los hoteles turísticos más modernos construidos últimamente, casi todos de cadenas españolas, para finalizar en la Plaza de La Revolución, y mostrarnos el monumento a José Martí, mítico héroe de la independencia de Cuba y la imagen, en piedra, del “Che” Guevara. En ese año, todavía no había sido levantada la de Camilo Cienfuegos, La plaza era enorme y, en aquel momento, absolutamente vacía, pero debía de ser un espectáculo llena de gente aplaudiendo a Fidel durante uno de sus interminables discursos. Es curioso, pero la guía no nos informó de que aquella plaza había sido construida en tiempos del gobierno de Batista. Con esto, terminó el largo día de excursión y el autobús nos dejó en el hotel.

Con todo, el día me tenía reservada una sorpresa inesperada. Tras ducharme y tomar la cena, decidí descansar del largo día relajándome en una terraza en los jardines del hotel. La noche era agradable y me “repantingué” en un sillón de madera de bambú a dejar pasar el tiempo mientras rememoraba las experiencias del día.

En un cierto momento empecé a escuchar un “chis”, “chis”... Tardé en darme cuenta de que esos sonidos iban dirigidos a mí; en la obscuridad en la que estaba el lugar me costó trabajo localizar a la autora de aquellas señales.

Pude percibir la silueta de una mujer, sentada en otra mesa, a unos  tres metros de mí y que parecía querer decirme algo, me levanté de mi sillón y me acerqué a ella. Solo quería preguntarme la hora, bueno, eso solo era el pretexto para entablar conversación y, más tarde, ofrecerme sus “servicios”.

Era una chica, joven, pero no una niña, bajita, algo regordeta y muy agradable en el trato. Todo su interés era sacarme del hotel, decía que no podía subir a las habitaciones, que eso estaba muy vigilado y que había habido casos en que la policía había detenido a algunas chicas a la salida de la habitación y, además, les habían quitado el dinero obtenido por su “trabajo”.

Evidentemente, yo no tenía ninguna intención de salir del hotel y seguí dándole “carrete” charlando con ella mientras paseábamos por los jardines, lo que me proporcionó alguna información. Me contó que hacía algún tiempo que había intentado salir de Cuba durante la llamada “crisis de los balseros” habiéndolo intentado dos veces sin conseguirlo, que lo que hacía no era prostitución, que lo hacía por necesidad, que no había otros medios de vida en Cuba…En cierto momento me contó un chiste que debía correr por las calles...

        Dos cubanos hablaban de su mala situación y trataban de encontrar soluciones:

Óyeme chico, yo me voy a ir mañana delante de la casa de Raúl y me voy a poner a comer hierba. A ver si se le ablanda el corazón.

Así lo hizo a la mañana siguiente; Cuando Raúl lo vio, llamó a su asistente y le dijo:

— Ahora mismo, sales y le dices a ese cubano que entre a casa, no podemos consentir que un héroe de la Revolución esté comiendo hierba —.

Al día siguiente, le contó a su amigo su experiencia.

— Oye chico, no quieras ver lo bien que se portó Raúl conmigo. Mando a su asistente a que me invitara a entrar en la casa y me ofrecieron una comida extraordinaria. Había de todo: carne de cerdo, de pollo, verduras, frutas de todas clases… No voy a necesitar comer más en una semana.  Incluso me dijo que me iba a “enchufar” en un ministerio —.

Animado por la experiencia de su amigo, él decidió ir a hacer lo mismo delante de la casa de Fidel, y así lo hizo al día siguiente:

Cuando Fidel lo vio comiendo hierba delante de su casa, llamó a su asistente y le dijo:

Oye chico, ponle ahora mismo un seguimiento a ese hombre, porque si no le pasa nada, ya tenemos resuelto el problema de la alimentación.

Este, supongo, era el sentimiento de una buena parte de la ciudadanía cubana respecto de su líder...

En cierto momento invité a la chica a tomar un mojito en la cafetería próxima a los jardines que, afortunadamente, a esa hora, estaba vacía; cuando entramos, al camarero casi se le saltan los ojos de las órbitas cuando vio a la chica que me acompañaba.  Desde luego, le era bien conocida.

— ¿Pero chica, que es lo que tú estás haciendo aquí, cómo has entrado?, Le dijo

Ella no hizo ningún comentario ni aspaviento. El camarero nos sirvió los mojitos, y mientras los tomábamos, de reojo, no le quitó la vista de encima a la chica.

He de reconocer que el mojito me pareció bastante inferior al que me había tomado la tarde anterior en La Bodeguita pero, en todo caso, la reacción del camarero me había puesto más en guardia respecto de la chica que me acompañaba.

Cuando volvimos a salir al jardín había ablandado su exigencia de salir del hotel e ir a la casa donde debía acostumbrar a realizar sus servicios, y estaba dispuesta a correr el riesgo de subir a la habitación del hotel; le dije que estaba muy cansado y, a la puerta del hotel, le di algún dólar para que tomara un  taxi y no perdiera toda la noche...

                            



miércoles, 5 de enero de 2022

Navidad 2021

 ¡Ha llegado la Navidad!

Como todos los años, aunque, no sé porque, siempre nos pilla por sorpresa. Se nos pasa el año, y la vida, sin darnos cuenta y, de pronto, aquí la tenemos.

Este año, además, la sorpresa ha sido mayúscula. Estábamos tan confiados, convencidos por la propaganda oficial, de que, casi todos vacunados, se podría celebrar como antes…

¿Cómo antes de qué? De la Pandemia claro, de la aparición del maldito bicho. Ni siquiera habíamos tenido que oír la famosa frase: ¡Hay que salvar la Navidad! Este año no había nada que salvar.

En pocos días, todo se ha ido al traste y, otra vez, ante la aparición de un nuevo apellido para el bicho, Omicron, el manto del miedo nos ha envuelto y volvemos a   desconfiar de todo lo que nos rodea.

Que diferencia con las que recuerdo de niño. Entonces solo se hablaba de la “gripe”. La maldita gripe que, con menos alharacas que la actual Covid, se llevó a mi padre en febrero del 51; pero antes de eso…

Los niños éramos felices con la Navidad. En un mundo, mi barrio, en el que todo era escasez en el día a día, la llegada de la Navidad parecía como llegar al mundo de Jauja. Gente venida de los pueblos de alrededor de Madrid traía a los mercadillos improvisados en calles y plazas: pavos, pollos, bollos y otros tipos de golosinas… Los pavos eran como bichos llegados de otro planeta, con su rojo moco colgando y sus andares como de señorón…Los pollos eran más plebeyos y constituían el manjar más apreciado en las casas humildes, en las que solo aparecían en estas fechas. Los más apreciados eran los llamados “capones”. En realidad, yo no sabía lo que significaba la palabra. Pobres bichos…

Los puestos de las habituales chucherías, y otros habilitados exprofeso durante las fiestas, se llenaban de artilugios llenos de colorines que nos encantaban a los chavales: zambombas, trompetas, panderetas de todos los tamaños; todos diseñados para hacer el mayor ruido posible. Yo volvía locos a mis padres para que me comprasen algunos de esos trastos que, generalmente, no duraban enteros más allá de unas pocas horas.

También aparecían otros objetos que solo lo hacían en esas fechas: las figuritas para el Belén. Generalmente de mala calidad, de barro pintado con poco arte que se rompían al menor roce. Yo también pedía que me comprasen alguna, en Navidad se podía pedir de todo. En cualquier caso, el mercadillo más conocido en Madrid para comprar todos estos objetos era el de la Plaza Mayor. Allí, todo era estupendo, bonito y de buena calidad. Sobre todo, las figuritas para el Belén.

Otro cambio que se operaba en el barrio en estas fechas, era en la tienda de muebles de Mariano. Como por magia, los muebles desaparecían de los escaparates y eran substituidos por los más maravillosos juguetes que eran convertidos por los chavales en objetos de deseo con los que llenábamos la carta a los Reyes Magos que, casi siempre, hacían oídos sordos a tales peticiones. Demasiadas cosas para las posibilidades de la gente que malvivía en el barrio.

En mi casa, la cena de la nochebuena era algo diferente a las de otras casas. Mi padre tenía una tienda de ultramarinos que, en esos días, se llenaba de gente comprando de manera compulsiva hasta la última hora. Las botellas de licores y los turrones desaparecían de los estantes que se quedaban desnudos.  Ese ajetreo hacia que mis padres llegasen rendidos a casa y sin muchas ganas de fiesta. Una cena ligerita y a dormir…

Mañana sería otro día, el de Navidad. Esa comida ya era otra cosa...





                            

 

domingo, 2 de enero de 2022

CUBA - LA HABANA VII

 

Me levanté temprano ya que tenía que estar listo para la llegada del autobús que me llevaría a visitar el Valle de Viñales. En realidad no tenía idea de lo que me iba a ofrecer la excursión, pero era una de las atracciones turísticas de la isla y tenía que aprovechar todo lo posible mi viaje. Tras tomar mi desayuno, me subí al autobús para iniciar la excursión.

La llegada al Valle me animó en cuanto que su exuberante y multicolor vegetación era de una belleza impresionante y empecé a pensar que la excursión valdría la pena. El autobús hizo varias paradas en sitios estratégicos para que pudiésemos contemplar algunas de las  preciosas vistas que se ofrecían por doquier. En todo el paisaje aparecían unos montículos, algunos cubiertos de vegetación, que le daban una particular característica y que allí, reciben el nombre de “Mogotes”. Estos mogotes son unas de las rocas más antiguas de Cuba compuestas por piedra caliza, la zona era una llanura de este material, que millones de años de erosión atmosférica, más la producida por acuíferos subterráneos, habían producido un hundimiento del terreno, que había dejado estos montículos emergentes, por estar formados por piedra caliza más dura que el resto. En uno de los puntos más interesantes, pudimos ver unos fósiles enormes, en forma de espiral, como amonites, incrustados en la roca de un promontorio. Realmente me quedé con la duda de si aquello era auténtico o había sido “fabricado”, Incluso hoy, contemplando la fotografía, sigo teniendo la misma duda que me asaltó entonces; a pesar de que se han encontrado multitud de fósiles del era Jurásica en el valle, no me ha sido posible encontrar una confirmación sobre la autenticidad de aquellos restos.



Terminada la visita a este lugar espectacular, fuimos a visitar la Cueva del Indio. Una gruta bastante grande, atravesada por una corriente de agua el río San Vicente, creo —, por lo que parte del recorrido lo hicimos en una barca a motor, se podían ver pinturas rupestres y algunos restos arqueológicos, pertenecientes a culturas anteriores a la llegada de los españoles. La cueva estaba iluminada con electricidad, pero de una manera muy deficiente, cables de plástico sueltos de los que pendían bombillas comunes.  Era una instalación muy rudimentaria que, espero, haya sido mejorada en estos últimos veinticinco años.  A la salida de la cueva me sorprendió ver una especie de calesa tirada por un jaco que no parecía tener ganas de mucha fiesta. No supe si estaba al servicio de alguien en particular o, como un taxi, esperando ser requerido para dar una vuelta por las proximidades.


De allí, fuimos a tomar la comida en una suerte de cobertizo con todos sus costados libres de paredes para una mejor circulación del aire. Este  tipo de construcción es común en estos países tropicales. De hecho, ya había conocido y estado en otros similares en mis viajes a Venezuela.

La comida fue bastante
básica, austera se podría decir: un panaché de verduras, pollo o cerdo, no recuerdo bien y melocotón en almíbar. Para mí es un tipo de comida normal pero, al parecer, algunos de los viajeros le protestaron a la guía de la excursión, que, en un aparte, me lo comentó como pidiendo disculpas.

Mucha gente no entiende que estamos en Cuba, que aquí faltan muchas cosas que son corrientes en otros lugares , me dijo para justificarse.

— En mi caso, no tiene que pedirme disculpas, se perfectamente donde he venido —, le dije.

Terminada la comida, nos llevaron a ver una fábrica de licor y, más tarde, a una de tabaco.

El ambiente era bastante diferente en ambas. En la de licor, los empleados, casi todas eran mujeres, aparecían como uniformadas con un guardapolvo, entre gris y azul, e, incluso, algunas llevaban puesto una especie de gorro para proteger el producto que estaban elaborando y parecía haber un buen ambiente de trabajo. Sin embargo, no faltaba una referencia política: un tablón sobre una de las paredes, orlado por algunos pequeños cuadros con fotografías, supongo que de algunos héroes de la revolución, mostraba un lema: «LOS  HOMBRES MUEREN, EL PARTIDO PERMANECE»

Este lema, como los “murales” hechos para utilización política de la imagen del “Che” Guevara, pude verlos con frecuencia en muchos lugares durante mi visita a Cuba.

La visita del cobertizo, no me atrevo a denominarlo fábrica, donde se elaboraba una marca de puros, me pareció algo más deprimente. Una gran batería de mujeres, no uniformadas, cada una estaba vestida de la manera más estridente que la que tenía al lado, todas mulatas o negras, se dedicaban a enrollar, una tras de otra, de una forma monótona y rutinaria, con un aspecto de enorme aburrimiento, las  hojas de tabaco que terminaban formando el puro. Creo que nunca había visto unas caras de personas con tantas arrugas como las de muchas de aquellas mujeres. No sé si la permanente proximidad con el producto les generaba algún tipo de adicción, pero un gran número de ellas fumaban continuamente.  

El encargado de aquel taller nos explicó lo importante que era la calidad y el grado de humedad de las hojas de tabaco que utilizaban; debía ser el justo y adecuado para conseguir la mejor calidad del puro… No sé por qué, pero aquella imagen me trajo a la memoria los tiempos de la esclavitud. No creo que hubiese mucha diferencia. Después de terminada la visita a la fábrica de tabacos, volvimos a La Habana ya que, todavía, quedaba algo más que ver en la excursión...