domingo, 23 de enero de 2022

CUBA - LA HABANA X

 

Por ser la última mañana que pasaría en La Habana, decidí quedarme en la piscina. Al día siguiente debía salir para Varadero y me vendría bien descansar.

Salvo el incidente de hacía dos noches en el jardín con la chica que se había colado en el hotel para conseguir “clientes”, no había tenido ningún contacto con el ejercicio de la prostitución, del que tanto se comentaba en España. No me había percatado de la existencia de las famosas “jineteras”, “chiquitas”, o similares en mis paseos por La Habana, pero durante aquella mañana si tuve la oportunidad de presenciar, en vivo, una de aquellas situaciones.

Cerca de mí, en la piscina, había una pareja. Un hombre joven, bastante desenvuelto, se notaba que era veterano en las estancias en Cuba y, junto a él, una niña, a duras penas se le podía dar el adjetivo de adolescente, estaba como ausente, aunque sin dar muestras de la más mínima incomodidad, tomaba el sol y sonreía al muchacho. Al poco rato, llegó otro chico joven quien, al ver el panorama, increpó, en voz baja, era claro que no quería hacer mucho ruido con el tema, al que, supuse, debía ser su amigo.

¿Estás loco? como se te ocurre traer aquí a esta chica ¿Sabes el riesgo que estáis corriendo?

Su amigo se sonrió, y le dijo: —venga tío, no te pongas dramático —, y siguió haciéndose arrumacos con la chica que, desde luego, no parecía sentirse incomodada, No sé si por inconsciencia, o porque tampoco era la primera vez que estaba en esa situación. Posiblemente, las dos cosas. No pude impedir, que sus actitudes me recordasen a las de la Lolita de Nabokov.

El recién llegado estuvo un rato allí y, dado que no le hacían ningún caso, y él era el único que parecía estar incómodo con la situación, decidió irse por si el tema se complicase. En el tiempo que yo estuve en la piscina, hasta la hora de tomar la comida en el restaurante, nadie más incomodó a la pareja.

Al fin del día, me dediqué a hacer de nuevo mi equipaje ya que, como dije, a la mañana siguiente debía salir rumbo a Varadero, a descubrir las sorpresas que me tuviese reservadas la segunda parte de mi viaje.



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