domingo, 24 de julio de 2016

El golpista - Los chicos XXVIII

— Juan, anímate, no te hundas; no podemos dar esa satisfacción a estos pendejos. Esto tiene que tener una solución; no hemos hecho nada grave y sabes que Tibisay está aquí. Tus amigos cuidarán de tus hijos…

— Alberto, ya oíste a Zubiaurre, nos tiene preparado algo gordo ¿A santo de qué ha detenido a Tibisay? ¿Quiénes piensa que somos? Nos acusa de ser los cabecillas de las revueltas y de haber seguido los mandados de alguien ¿Quién te ha mandado a ti? A mí, nadie. Nos hemos visto envueltos en una explosión de rebeldía ante la situación en la que nos pone las medidas del gobierno y la situación se le ha ido a todo el mundo de las manos. Ya son cuatro días aquí desde que fuimos interrogados ¿Qué ha sido desde entonces de Tibisay? ¿Y de mis hijos? No sabemos qué está pasando. Cuando nos detuvieron, el ejército se había hecho cargo de la situación y no tenemos idea de cómo se han desarrollado las cosas ahí afuera desde entonces.

— Escucha Juan, la puerta.

— ¡Juan Orive y Alberto Zecoto, salgan!

Obedecemos la orden que el guardia nos ha dado desde la puerta de la celda. Otros dos guardias, fuera, nos esposan y nos conducen de nuevo a la presencia de Zubiaurre.
Como la vez anterior parece estar examinando papeles. Pasados unos minutos, levanta la vista y nos interpela.

— Bien, señores — nos dice — ¿Han reflexionado sobre lo que les pregunté? ¿Están dispuestos a darme la información que les pedí?


Su mirada pasa a fijarse, ora en uno, ora en otro, esperando una respuesta de nuestra parte.

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