sábado, 10 de mayo de 2014

El chico de la hamaca (XXXXIII)

Poco a poco, la primavera va entrando, la temperatura sube y mis apariciones en la calle van aumentando. No me atrevo a competir en los juegos con mis amigos, que no llegan a entender mi actitud. El fútbol lo veo como algo inalcanzable y correr me da miedo. El médico ha dado por finalizado el proceso y voy recuperando mis actividades normales. No del todo, porque mi madre aprovecha  la situación para apartarme de la calle todo lo que puede. En su fuero interno tenía el propósito de que yo la pisara lo menos posible, siempre ha tenido la manía de que era origen de grandes males. Ha dado la orden a Gloria de que me lleve a jugar o a pasear a cualquier sitio que no sea la calle donde juegan mis amigos.

En uno de los paseos con Gloria, nos hemos encontrado con el espectáculo que ha producido la instalación del primer semáforo en el barrio. El movimiento de coches ya es importante en algunos cruces, en particular, la confluencia de la Avenida de la Albufera con la del Monte Igueldo, a algunos metros de la salida del metro y lo han colocado uno allí, lo que ha alterado la rutina de los habitantes del barrio que, hasta ahora, cruzaban las calles al albur, sin ninguna regla. Supongo que muchos de ellos ni siquiera conocían la existencia de esos artilugios y su aparición no era percibida por algunas personas que cruzaban como tenían por costumbre hasta que el guardia, puesto allí a tal fin, les perseguía con grandes pitidos entre las carcajadas de los curiosos que, a ambos lados de la calle, se tomaban el tema como un espectáculo durante los primeros días.

En verano no hay fútbol, pero hay ciclismo. Las crónicas de la Vuelta a España, el Tour de Francia y el Giro de Italia, forman parte de las tardes de radio. Las proezas de Bahamontes, “el águila de Toledo”, subiendo los Pirineos y los Alpes y sus peleas con Jesús Loroño empiezan a ser famosas. Los dos ciclistas se disputan el puesto de líder del equipo, sin que el director, Luis Puig, sea capaz de imponer su autoridad. Otros corredores españoles, como Salvador Botella o Bernardo Ruiz son también figuras.

A nivel internacional, el francés Louisón  Bobet y el italiano Fausto Coppi son las figuras que ganan cuantas carreras por etapas se disputan. Este año, Bobet ha ganado el Tour. El año pasado, Coppi había ganado el Giro de Italia y el campeonato mundial de ciclismo. Durante los días en los que se corren las grandes vueltas, las “metas” son el juego preferido de los chavales. Simulamos las carreras de bicicletas con chapas, en las que ponemos las caras de los ciclistas.

Algunas tardes, Gloria, me lleva a casa de su familia. Allí se encuentra a a gusto y yo juego partidos de chapas con su sobrino, que es un chaval bastante esmirriado y nervioso al que todo el mundo conoce por “Paquiqui”; cuando mi madre se ha enterado de aquellas visitas ha prohibido a Gloria repetirlas ─ tenía que llevarme a sitios donde me diese el aire ─, así es que, todas las tardes vamos al bulevar aunque yo no me pierdo, en la radio, la hora en la que los “Dos hombres buenos” y “Diego Valor” viven sus aventuras, en dos territorios tan diferentes: el oeste americano y el planeta Venus.


Ha llegado el otoño y he vuelto al colegio. Una mañana, nada más empezar, ha habido un brusco cambio de tiempo y ha bajado mucho la temperatura. He vuelto a casa con dolor de garganta y fiebre y, a las pocas horas, he vuelto a orinar sangre. El problema ha resurgido.

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