El tío Alberto es el solterón de la familia.
Hermanos y sobrinos, habíamos recibido su invitación y acudimos, resignados, a
pasar una aburrida noche de viernes.
La cena, espléndida. Josefina, su fiel sirvienta, se
había esmerado y la conversación, animada, ponía sordina a unos sonidos
monótonos.
Ya tomando café, el tío se revolvía, nervioso.
─ ¿Pasa algo? Pregunté.
─ ¿No oís ese ruido? tic, tac, tic, tac…, Dijo.
El sonido nos conducía hacia el desván ¡Corrimos!
Entramos en tropel empujando la puerta y una mujer, guapísima, nos recibió
sonriente, sentada junto al viejo reloj.
─ ¡Mi prometida! Anunció el tío.
Nos
quedamos mudos por la sorpresa. Por una vez, la noche del viernes con el tío, no
había resultado aburrida.
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