El
pasado jueves, cuando fui a preparar mi cena, vi, con angustia que mi
frigorífico había muerto ¡Solo tenía cinco años! Se podría decir que ha sido
una muerte inesperada en la flor de la vida.
En mi
inocencia e ignorancia, llamé urgentemente al servicio técnico oficial; con el
fin de semana por delante y la compra hecha, el panorama era preocupante Un
empleado me atendió amablemente y, hablando muy deprisa, me informó de que si ´venía
un técnico, aunque el aparato no tuviese arreglo, tendría que pagar la visita,
el diagnóstico y no recuerdo que más. Inmediatamente, me informó de que me iba
a hacer una propuesta que me interesaría más.
La
propuesta era firmar un seguro, por un año, que me garantizaría el arreglo de
la avería actual, si era posible, y cualquier otra que tuviera a lo largo del
año. La tarifa era de 288 €.Ante
esta perspectiva, opté por decirle que diese la llamada por no recibida.
Llamé a
continuación a un profesional liberal que en otra ocasión me había sacado de un
problema con la lavadora, quien me informo que los frigoríficos, ni los tocaba.
Que los actuales, como tuviesen un problema de compresor, motor, etc., lo mejor
era tirarlos. Decidí comprar uno nuevo.
Así lo
hice y, en el proceso de compra me enteré de otras novedades:
No se
crean ustedes que tienen una garantía por dos años ¡Noooo! Tienen una garantía
parcial. Los accesorios de plástico, cristal, gomas, tiradores…, que, por
cierto, al recibir el nuevo frigorífico he visto que son de una extrema
fragilidad, no entran en la garantía. Razón por la cual, el vendedor te oferta
un seguro adicional que cubra estos elementos. De momento, decidí no aceptarla.
Correré el riesgo de tener mi vida en vilo, por si se me rompe una bandeja.
Eso sí,
cumplieron escrupulosamente su compromiso de entrega y, ayer sábado, a primera
hora de la mañana – incluso me despertaron – me entregaron mi nuevo
frigorífico.
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