domingo, 12 de octubre de 2014

El chico de la hamaca (L)

Los domingos por la mañana vienen a visitar a los chicos de la sala un sacerdote y algunos muchachos que parecen universitarios y son de Acción Católica. Uno de ellos se sorprende al verme leer estas historias y me regala una que él lleva, Mujercitas; le faltan las tapas y es una historia de chicas pero también me ha gustado cuando la he leído.

En ocasiones, tratan de enseñarnos algo de catecismo. El que me ha regalado el libro, cuando trata de explicarme los enemigos del alma, se lía. Me explica lo que es el mundo y el demonio pero, al llegar a la carne, se aturulla y dice que ya lo entenderé cuando sea mayor ¡Será tonto! No tiene ni idea de lo que sabe un chico de Vallecas a los ocho años. También se ha enfadado cuando le he dicho que uno de sus compañeros me ha hablado de la UNESCO y de las labores que hace la organización dentro de la ONU.

Al cura, también le ponemos en un aprieto cuando le preguntamos si hay habitantes en otros planetas. Habíamos estado discutiendo del tema toda la semana y decidimos resolverlo preguntándole a él. Los curas lo saben todo.

Nos ha dejado chafados. No nos ha dicho que si ni que no y se ha salido del tema preguntándonos si, en caso de existir, hubiese sido necesario que Jesucristo muriese por ellos en la cruz, si no hubiesen pecado. Nos hemos quedado callados.


Un incidente ha cambiado la vida en la sala, Balbina ha enfermado. Está guardando cama y una nueva auxiliar, Milagros, ha tomado su lugar en las labores de la sala ¿Por qué siempre tenemos que tomar partido sobre cualquier cosa? Se han creado dos bandos con los partidarios de Milagros y los de Balbina. Hay chicos que muestran sus preferencias a gritos ¡Viva Milagros! ¡Viva Balbina! Ésta parece disfrutar con la situación, pero Milagros parece triste. Se esfuerza por hacer las cosas bien y ve que no todo el mundo se lo reconoce. Es una persona más prudente y sensible que Balbina. 

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