A mediados del mes de diciembre, una noticia ha
llenado el tiempo de radio. La ONU ha admitido a España, junto con otros
países, en su organización. Las negociaciones han sido duras pero, dada la
situación de “guerra fría” entre La UU.RR.SS.SS y los Estados Unidos,
finalmente, después de dieciséis años de
terminada la Guerra Civil, el régimen del General Franco ha sido reconocido en
el foro internacional más importante. El
hecho no podía menos de ser aireado,
utilizado y festejado por el aparato propagandista del gobierno. El
mundo se rendía ante nuestro régimen y reconocía sus virtudes.
El Madrid, ha eliminado al Partizan de Belgrado. Después de ganar en
Madrid por 4-0, en Belgrado, con mucho frío y el campo nevado ha estado a punto
de ser eliminado pero, al final, ha ganado la eliminatoria
Al llegar las fiestas navideñas, los médicos han
dado permiso a alguno de los chicos para pasar en sus casas esos días y así ha
sucedido conmigo. Mi madre y la prima Amparo han venido a buscarme al hospital
y vamos, en taxi, a casa de la tía María con el fin de que no pasemos solos las
fiestas. Además, eso permitirá a mi madre seguir con su trabajo en el
laboratorio.
En casa de la tía María hay buen ambiente. Ellos
son seis: la tía María, el tío Eusebio y los primos, Pepe, Amparo y Manolo.
Pepe ya estaba casado, la boda se había celebrado el verano anterior, y él y su
mujer, María, se habían quedado a vivir allí, cosas de la escasa capacidad
económica. La casa era grande y permitía la situación sin mayores problemas.
En la planta baja vivían la tía Blasa y el tío
Pedro, en la parte trasera de la taberna que es su medio de vida, y que está
enclavada en la zona conocida como el Madrid antiguo, el Madrid castizo: Puerta
Cerrada.
A pesar de la gran densidad de tabernas en la zona
─ solo en
la plaza había cinco y muchas más en las calles contiguas: Cuchilleros, Cava
Baja, Toledo…─, todas ellas sobrevivían con su propia clientela.
En el caso de la de mis tíos, la clientela la
formaban personas fijas que se reunían, por las tardes, a echar sus partidas de mus o dominó y tomar sus chatos
de Valdepeñas o su café, hecho por mi tía, de puchero, nada de cafeteras
exprés. A mediodía, también dan comidas a personas que trabajaban en el mercado o que conducen
autocares de línea; mi tía tenía fama en la familia de ser la que mejor
cocinaba. Además está la gente de paso,
visitantes y turistas, que hacen de esta zona una de las más concurridas y
visitadas de Madrid.
La Navidad ha pasado de forma agradable, todos se
han volcado para hacerme sentir bien; mis primos son mayores y ya trabajan,
pero también han jugado conmigo en sus
tiempos libres.
De todas formas, yo había oído hablar en el
hospital de la gran fiesta de Reyes Magos que organizaban y me he empeñado en
volver para pasar allí la fiesta con el
resto de chicos de la sala. Percibo que mi deseo ha puesto triste a mi madre
pero ha accedido a mí deseo; al fin y al cabo es cuestión de dos días más o
menos. Mi madre va a seguir viviendo en
casa de mis tíos mientras yo siga en el hospital.
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