Ha vuelto a España el buque Ciudad de Toledo. Ha estado, durante casi
cinco meses, visitando un montón de países del norte, centro y sur de América, África, Portugal y algunos
puertos españoles. Ha visitado 33 puertos de 16 países y, un primo mío, Manolo,
bueno, uno de los tres que tengo con ese nombre, ha viajado en él como
carpintero. No sé cómo ha conseguido una recomendación con el Ministro de
Comercio y le han enrolado en la exposición.
La idea del Ministro, Manuel Arburúa, consistía en organizar una
exposición flotante que visitase todos esos países para mostrar los mejores
productos industriales y artesanos que se fabrican en España y, de ese modo, poder mejorar el resultado de
nuestro comercio exterior. En la exposición, han llevado diversos ejemplos de
maquinaria agrícola y de obras públicas, ferretería, herramientas, vehículos,
industria militar, bisutería, juguetería, orfebrería, libros, arte, textiles,
calzado, piel, vidrio, cerámica, madera, corcho, minerales, alimentación y bebidas.
El viaje ha sido un éxito y la exposición ha recibido gran cantidad de
visitantes en los puertos donde ha recalado. En Buenos Aires, más cuatrocientos
cincuenta mil y en la Habana, más de trescientos mil. En total, más de dos
millones de personas han visitado el buque, entre ellos, algunos presidentes de
gobierno y el Rey Mohamed V de Marruecos.
Mi primo me ha dicho que, cuando vaya a su casa, me va a enseñar un
montón de fotografías que ha sacado durante el viaje.
A Daniel le han
dado el alta por Navidad. Mi madre le dice que se cuide pero él, tan chulo y
presumido como siempre, dice que está bien, que con una faja bien apretada,
puede andar en bicicleta como el que más. Me da un poco de rabia su actitud.
¡Por fin estoy en
casa! A mí también me han dado vacaciones.
Aquí hace más frío,
en mi casa no hay calefacción y tampoco tengo a gente todo el día dispuesta a
jugar conmigo. Sólo cuando vienen a verme los tíos y primos, generalmente los
domingos y, alguna vez, también el abuelo Marcos, que ya está muy mayor y no puede venir solo. Juego a
las cartas cuando vienen ellos, aquí no
puedo jugar al ajedrez. También leo y oigo la radio desde que me despierto
hasta que me duermo. Mi madre sigue triste ¿Qué me traerán los Reyes Magos?
Merceditas ya no está,
ha vuelto a su casa. Su prima Isabel sube a verme, pero tiene que estudiar. Es
mayor que yo y tienen otras actividades. José Antonio, su hermano, está
viviendo y trabajando en Alemania ¡Ha venido por Navidad y me ha regalado un
libro precioso! “El Mundo silencioso”, del Comandante Cousteau, un marino
francés. Habla de un artilugio que llaman “escafandra autónoma” que permite a
los hombres nadar bajo el agua llevando, a la espalda, unas botellas rellenas
de un gas parecido al aire que, mediante una boquilla, les permite respirar y
moverse bajo el agua sin estar conectados a la superficie por una manguera,
como necesitan los buzos. Incluso han hecho una película en la que, con su
barco, “El Calipso”, navegan por diversos mares probando sus teorías. El libro
tiene muchas fotografías y cuenta muchas aventuras del comandante y sus amigos
durante el desarrollo del invento, cuando empezaron a experimentar con él
durante la segunda guerra mundial. Me lo paso bien leyéndolo ¡Son capaces de
bajar al fondo del mar metidos dentro de
jaulas con barrotes de acero y estudiar de cerca a los tiburones!
Los Reyes Magos me
han traído otros libros, de aventuras, y un
revolver que parece de verdad: es dorado, se le cargan balas de plástico
en el tambor y las dispara a una buena distancia. Al día siguiente cuando volví
al hospital, me lo llevé y, la primera mañana, les hice una demostración a los
médicos de cómo dispara y regué la sala con las balas; las recogieron y me las
devolvieron. Como me pareció que no les gustó demasiado, no he repetido la
demostración.
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