martes, 22 de julio de 2014

El chico de la hamaca (XLII)

Por otro lado, los acontecimientos que se sucedían en Francia y Argentina ocupaban la radio de aquel verano.

En Argelia, el FLN, encabezado por Ben Bella, recrudeció la rebelión en el área de Constantinopla y el gobierno de Mendes France no podía, después de la pérdida de Indochina, aceptar la rebelión argelina. Francia había declarado a Argelia parte de la Metrópoli y la represión del ejército francés fue muy dura produciéndose muchas bajas en ambos bandos. 

Durante, y en los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial, Argentina se había convertido en un país próspero gracias a su ingente producción de productos alimenticios, tan necesarios en aquella situación. La gente en España recordaba el apoyo recibido del pueblo argentino en los momentos más duros del racionamiento, cuando el resto del mundo, como consecuencia de la decisión de la ONU, había decidido aislar, económica y políticamente a España y la carne y el trigo argentinos, habían sido de gran ayuda.


La figura de Eva Duarte, esposa de Perón y su musa política, era muy querida para el pueblo español y se había recibido con gran pesar la noticia de su fallecimiento, víctima de un cáncer. Eva Duarte se había convertido en el mejor apoyo del régimen del General Perón dentro de Argentina y el pueblo la adoraba. Supongo que había una gran cantidad de demagogia en la relación pero, en cualquier caso, la atracción que ejerció sobre las clases populares fue extraordinaria. Su muerte, precipitó la decadencia del régimen de Juan Domingo Perón que no supo gestionar los años de abundancia. Durante el verano, las presiones de los militares hicieron imposible su continuidad y, en septiembre, Perón tuvo que abandonar Argentina y vivió en España hasta que, muchos años después, pudo volver a su país; esta vez, acompañado de su nueva mujer: Isabelita.

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