No puedo soportar por
más tiempo la situación. Comunico a la casera mi decisión de traspasar la
tienda para que lo autorice. No me ha puesto obstáculos. Al fin y al cabo, ella
se llevará un porcentaje del precio del traspaso. Dios quiera que pronto haya
alguien con interés en responder al cartel que he puesto en la fachada: SE
TRASPASA.
Debido a la
tensión producida por la “guerra fría” y en respuesta a la existencia de la
OTAN, se ha firmado el Pacto de Varsovia por la UU.RR.SS.SS. y los países del
Este de Europa que quedaron bajo su dominio tras el fin de la II Guerra
Mundial. Esta decisión es aprovechada en los diarios hablados para criticar,
aún más, a la Unión Soviética y al comunismo, presentándolos como los mayores peligros para el mundo
occidental y los mayores enemigos de España. Todo este espectáculo, percibido
desde mi cama, me parece emocionante y expresiones como “el telón de acero”,
referido a la frontera del Pacto de Varsovia con la llamada Europa Occidental,
me hace imaginar cosas como que miles de
tanques y aviones soviéticos están siempre dispuestos, con sus motores en
marcha, a invadir el resto de Europa.
Por fin, tras de algunos
intentos fallidos, parece que alguien se interesa por el local. Solo el local,
lo quiere para poner otro tipo de negocio; parece que de confección y tejidos.
La casera está contenta, si el traspaso es para cambiar de negocio, su comisión
es mayor.
A partir de ahora, la
prioridad es liquidar, en todo lo posible, las existencias de la tienda. Parte
de las cosas se las llevará mi cuñado Eugenio para venderlas en la suya.
Algunas, como botes de leche condensada, conservas, azúcar, harina, legumbres,
aceite…, las subiré a casa para nuestro propio consumo.
Las clientas me están
mostrando su tristeza por la desaparición de la tienda
─ Son muchos años
desde que su marido abrió la tienda.
─ Siempre nos han tratado muy bien y nos han ayudado en momentos difíciles.
─ Ahora nos tendremos que acostumbrar a comprar en otro sitio.
─ Señora Luci, cuente con nosotros para lo que necesite.
Todas
estas frases me afectan y hacen que se me salten las lágrimas. En el fondo
siento dejarlo; éste fue el gran proyecto de mi marido, su ilusión por
independizarse, por tener su propio negocio. Bien sabe Dios que lo he defendido
hasta donde he podido, pero las circunstancias se me han puesto en contra. No
puedo atender tantos frentes a la vez.
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