El bombardeo acabó con él, pero no mató su sonrisa. Era el chico más alegre
e idealista del grupo. Sus extraños ojos claros, limpios de rencor, siempre
miraban al futuro. Se negaba a creer que no hubiera esperanza. Nunca veía
enemigos. Aunque los ocupantes coartasen su libertad con muros inaccesibles. Aunque
le prohibiesen la educación destruyendo intencionadamente las escuelas. Aunque le
negasen la posibilidad de un trabajo digno con las leyes injustas impuestas a
su país.
Trataba de tener amigos en ambas partes, aunque esto le acarrease problemas.
Siempre luchó por la paz, hasta aquella aciaga tarde en que quedó mirando al
cielo con aquella sonrisa que siempre le acompañó.
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