Me acerco a ellos y anoto sus nombres tomándolos de las etiquetas
que les han pegado; a algunos sobre la misma piel. Acaban de llegar, salvados
del frío y del mar cuando esperaban morir. Miran asustados y tiritan bajo la
manta mientras beben café caliente. No entienden nada; ni siquiera el
idioma. ¿Qué les impulsa a emprender esta loca aventura? ¿De que huyen?, ¿Que
esperan encontrar aquí? Aquí o en otro lugar. Seguro que no esto ¿Saben
siquiera donde están?... La historia se repite una y otra vez y, una y otra vez,
anoto nombres y relleno formularios, con la sensación de estar haciendo un esfuerzo, tan
hipócrita, como inútil.
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