sábado, 12 de marzo de 2016

El golpista - El Caracazo XVI

Cada día vuelvo a los cerros. Una semana después de su inicio, la violencia sigue alojada en ellos. En el 23 de Enero, encontré que un bloque había sido tiroteado con armas de grueso calibre. El ejército argumenta que es conocida la existencia en él de mafias de la droga, que en el edificio había francotiradores de ultraizquierda, y había que acabar con ellos…Ha habido muertos en el edificio sin relación con  estos grupos, gente que intentaba entrar a sus apartamentos; cuando sus vecinos y familiares recogieron los cuerpos, no hallaron documentación en ellos. Uno de los vecinos me contó, que del 23 de Enero no salió ningún disparo.
— « Si en el edificio está ubicado el Comando 21 de la Policía Metropolitana ¿Quién iba a disparar desde allí? » — me dijo.
En otros bloques de El Mirador, han aparecido otros cadáveres indocumentados. Muchos de ellos eran vecinos que salían del edificio siguiendo el llamamiento del gobierno a incorporarse a las actividades habituales.
En los bloques del Monte de Piedad el destrozo es similar. Un inquilino del cuarto piso me ha invitado a entrar en su apartamento y he quedado impresionado. Cientos de proyectiles habían dejado paredes, muebles, electrodomésticos, como un colador.
— ¿Cómo ha podido pasar esto? — le pregunté.
— «Es cierto que hubo disparos contra los soldados» — me dijo —,  «pero la respuesta fue exagerada. Los soldados dispararon indiscriminadamente contra pasillos, azoteas, apartamentos…, no era necesaria tanta violencia. Otras veces, la policía metropolitana había tomado el edificio pero, en esta ocasión, ha sido como una venganza. Teníamos que pagar la subversión. La orden parecía ser disparar hasta el hastío».
«Se han allanado apartamentos por parte de encapuchados» — continuó —, «en particular, en los de representantes de organizaciones vecinales por sospechosos de promover la subversión y la guerrilla. Hay varias personas de la vecindad detenidas, otras han desaparecido, y algunas se han dado a la fuga…»
El hombre me contaba la historia con la mirada perdida; como si todo aquello que me decía, hubiese pasado hacía ya mucho tiempo.
La mamá de uno de los chicos balaceados por los soldados, me contó que durante esos días, los vecinos del bloque recolectaron 7000 bolívares para el entierro de su hijo.
— «Esos actos de solidaridad y unión son la única arma que tenemos para defendernos de los abusos y atropellos del gobierno» — me dijo.

Al parecer, algunos sacerdotes jesuitas y seminaristas de la Comunidad de la Vega fueron detenidos. Su casa fue allanada por los hombres de Zubiaurre y registrada en búsqueda de armas y de una imprenta clandestina y, ellos, detenidos y llevados a los calabozos de las fuerzas especiales de seguridad. 

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