miércoles, 9 de abril de 2014

El chico de la hamaca (XXXIX)

“Dos Hombres buenos” era una historia totalmente diferente y un tanto anacrónica. Un español, Cesar Guzmán, y un portugués, Joao Silveira, corriendo aventuras en el Oeste americano, interpretados por las estupendas voces de Teófilo Martí y Julio Montijano. Serio y adusto Guzmán, con más sentido del humor Silveira con su “latiguillo”: «cuando diga eso, sonría forastero, así sabré que no lo dice en serio ». Durante la larguísima serie, otros grandes personajes aparecían y desaparecían, como el mejicano González y su frase “Demasiao redondo pa ser huevo”, cuando algo no le parecía claro. Era el mejor rato de la tarde: primero “Dos hombres buenos” y, a continuación, “Diego Valor”.

Más tarde llegaban los grades seriales de Sautier Casaseca: “Lo que nunca muere”,  “Ama Rosa”…Estos me interesaban menos, pero quien estuviese conmigo, Gloria, mi prima Luz,  mi madre… querían oírlos. Las voces protagonistas eran las de Pedro Pablo Ayuso, Matilde Conesa, Juana Ginzo, Eduardo la Cueva, Matilde Vilariño, Alicia Altabella…Grandes voces del cuadro de actores de Radio Madrid. Un día a la semana estaba las historias de “Matilde, Perico y Periquín” que con su vecina doña Asun, montaban grandes líos que siempre acababan con la persecución de Periquín, autor del lío, que se escondía bajo la mesa para escapar de la paliza diciendo «Papá, al niño pupa no, al niño pupa no». Matilde Vilariño hacía una preciosa voz de niño. Su voz era la del niño protagonista en la película “Marcelino pan y vino”, hecha a partir de la novela de José María Sánchez Silva. Tanto la novela como la película, obtuvieron un gran éxito y Pablito Calvo, el niño elegido para interpretar a Marcelino, también. Esto le dio ocasión de interpretar más papeles en otras películas, aunque no fue la carrera de actor su actividad definitiva.

Los sábados por la tarde me lo pasaba bien con el programa que protagonizaba Manuel Bermudez “Boliche”, “Todo para los chicos” y,


Después del diario hablado de las diez de la noche, venían los grandes programas: Los concursos que atraían la atención y la participación de mucha gente. No recuerdo si su emisión era regular, pero había un magnífico programa en el que el cuadro de actores de Radio Madrid desarrollaba toda su profesionalidad: “El Teatro del aire”.  Grandes obras de teatro como “Los intereses creados” o “La malquerida”, eran representadas. Esas noches me quedaba despierto oyendo la radio hasta que acababa la obra. Una que recuerdo especialmente por la gran impresión que me causó fue “Escuadra hacia la muerte”, de Alfonso Sastre.

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