“Dos Hombres
buenos” era una historia totalmente diferente y un tanto anacrónica. Un
español, Cesar Guzmán, y un portugués, Joao Silveira, corriendo aventuras en el
Oeste americano, interpretados por las estupendas voces de Teófilo Martí y
Julio Montijano. Serio y adusto Guzmán, con más sentido del humor Silveira con
su “latiguillo”: «cuando diga eso, sonría forastero, así sabré que no lo dice en serio ».
Durante la larguísima serie, otros grandes personajes aparecían y desaparecían,
como el mejicano González y su frase “Demasiao redondo pa ser huevo”, cuando
algo no le parecía claro. Era el mejor rato de la tarde: primero “Dos hombres
buenos” y, a continuación, “Diego Valor”.
Más tarde llegaban los grades seriales de
Sautier Casaseca: “Lo que nunca muere”, “Ama Rosa”…Estos me interesaban menos, pero
quien estuviese conmigo, Gloria, mi prima Luz,
mi madre… querían oírlos. Las voces protagonistas eran las de Pedro
Pablo Ayuso, Matilde Conesa, Juana Ginzo, Eduardo la Cueva, Matilde Vilariño,
Alicia Altabella…Grandes voces del cuadro de actores de Radio Madrid. Un día a
la semana estaba las historias de “Matilde, Perico y Periquín” que con su
vecina doña Asun, montaban grandes líos que siempre acababan con la persecución
de Periquín, autor del lío, que se escondía bajo la mesa para escapar de la
paliza diciendo «Papá, al niño pupa no, al niño pupa no». Matilde
Vilariño hacía una preciosa voz de niño. Su voz era la del niño protagonista en
la película “Marcelino pan y vino”, hecha a partir de la novela de José María
Sánchez Silva. Tanto la novela como la película, obtuvieron un gran éxito y
Pablito Calvo, el niño elegido para interpretar a Marcelino, también. Esto le
dio ocasión de interpretar más papeles en otras películas, aunque no fue la
carrera de actor su actividad definitiva.
Los sábados por
la tarde me lo pasaba bien con el programa que protagonizaba Manuel Bermudez
“Boliche”, “Todo para los chicos” y,
Después del
diario hablado de las diez de la noche, venían los grandes programas: Los
concursos que atraían la atención y la participación de mucha gente. No
recuerdo si su emisión era regular, pero había un magnífico programa en el que
el cuadro de actores de Radio Madrid desarrollaba toda su profesionalidad: “El
Teatro del aire”. Grandes obras de
teatro como “Los intereses creados” o “La malquerida”, eran representadas. Esas
noches me quedaba despierto oyendo la radio hasta que acababa la obra. Una que
recuerdo especialmente por la gran impresión que me causó fue “Escuadra hacia
la muerte”, de Alfonso Sastre.
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