Siguen los incidentes — no se pronuncia la palabra guerra — en el
Sahara español. La población de Sidi Ifni sigue sitiada y se ha estado luchando
en otros puestos por paracaidistas y legionarios. Con las fiestas de Navidad,
la situación de las familias que tienen soldados en el conflicto se hace más
dura. Hay muchas bajas entre los soldados españoles, y la radio sigue sirviendo
de medio para el envío de mensajes entre ellos y para hacer llegar algo más
sustancioso a los soldados: turrones y otras cosas típicas de navidad. Gila y
Carmen Sevilla han ido a actuar allí para dar moral a los soldados.
Es mejor estar en casa de la tía María durante las fiestas. Mis primos
son jóvenes y como no sufren la situación directamente no viven igual nuestros
problemas y procuran que los pasemos bien, como los tíos. Mi madre está menos
triste que cuando estamos solos en casa. No sé por qué, pero estos días se pone
más triste y llora más que el resto del año.
José Manuel, el hijo de mi primo Pepe ya tiene casi dos años y le han
hecho un nacimiento, grande y con muchas figuras. Su abuelo, ha traído, no sé
de dónde, trozos de tierra con hierba natural para el Belén. El pequeñajo, se
ha convertido en el centro de atracción de la familia, todos estamos pendientes
de sus gracias y quiere que siempre esté jugando con él. Vamos a estar aquí hasta la fiesta de los Reyes Magos.
Marruecos
sigue presionando al ejército español en nuestro territorio con más acciones
militares y la Novena Bandera de la Legión ha sido enviada al Sahara español a
reforzar las tropas allí estacionadas. El ataque sobre la población del Aaiún
también ha sido rechazado y, al día siguiente el ataque, fue en Edchera donde
los legionarios lograron rechazar a los marroquíes a costa de perder una
bandera entera. En la radio se sigue hablando de “incidentes” y alabando la valentía de los soldados
españoles.
Edmun
Hillary ha alcanzado el Polo Sur. Nadie lo había alcanzado desde que, en 1911
Amundsen fuese el primero y de que, en 1912 Robert Scott, que murió en el
empeño, fuese el segundo.
¡No
hay manera de que se arreglen las cosas! Mi madre ha vuelto a recaer. No duerme
y está cada día más nerviosa y agotada. Se agobia cada día más al no ver el
final de la situación y, en ocasiones, me despierta por la noche para que llame
al médico de urgencia. Como no tenemos teléfono en casa, tengo que despertar a
la vecina, Victoria, para que me deje llamar por el suyo.
Cuando el médico llega, nos da unas pastillas de
tranquilizante para que se las tome. No se ha recuperado aún de las secuelas de
la gripe y ha entrado en un estado de depresión. Cuando está así es difícil
aguantarla, trata mal a la gente que más nos ayuda, sobre todo a la tía María y
a la tía Quiteria que parecen no hacer nada a su gusto. Por otra parte, los
anisitos del médico homeopático ya no son tan efectivos y el estado de mi enfermedad se ha estacionado...