Cuando el lunes llegué
a Projects Corporation y pregunté por Pat, la secretaria de Mr. Brown, enseguida
salió a recibirme.
― Que tal Sr. Ramos,
buenos días. Le voy a acompañar a su despacho. Es provisional, por lo tanto no
es necesario que haga una instalación formal. Sobre la mesa tiene un billete de
avión para ir a Atlanta la próxima semana y unos cuantos manuales de la
compañía para que los vaya leyendo durante esta semana. Ahora, lo primero que
debe hacer es pasar por el departamento de Recursos Humanos para formalizar su
contrato. Cuando acabe, pregunte de nuevo por mí y le daré más detalles sobre
la planificación.
Me soltó todo el rollo
con el mismo tono que había utilizado Mr. Brown la semana pasada y con el mismo
acento sureño ¿serían familia o era una forma de actuación de la compañía? Solo
acerté a decir: ―Gracias. Luego la veré.
No pude dedicarle menos
de dos horas a leer el farragoso contrato de trabajo que me tenían preparado en
RR.HH ¿Por qué serían tan meticulosos los americanos con estos documentos en
los que había párrafos absurdos? Siempre recordaré el párrafo de un contrato de
derecho de uso que firmaban los clientes de la primera compañía americana donde
trabajé. Decía que la compañía no se responsabilizaba de las muertes que
pudiera causar el uso del software financiero objeto de aquel contrato ¿Cómo
ese uso podría causar una muerte? Sería por estas cosas que, según había leído
en un periódico de Minnesota, el 75% de los abogados del mundo trabajaban en
los Estados Unidos. Firmé el contrato sin darle más vueltas y volví al despacho
para ver a Pat, con el convencimiento de que las preguntas que me había hecho
sobre mis posibilidades de influir en la decisión del campo de trabajo en el que
se desarrollaría mi actividad dentro de la compañía no tenían sentido. La
llegada de Pat a mi despacho, terminó de despejar mis dudas.
― Sr. Ramos ¿ha firmado
ya su contrato de trabajo? ― preguntó de forma retórica ― Supongo que ya ha
visto su billete de vuelo a Atlanta. Estará allí dos meses tomando contacto con
algunas de las divisiones en las que podría trabajar en el futuro. Está todo
planificado pero, de todas formas, la fecha de vuelta no está cerrada en
previsión de algún cambio que se pueda producir a última hora. Cuando llegue,
pregunte por mi compañera Renée; ella le presentará a sus contactos allí
¡Ah! El Sr. Brown estará fuera toda la
semana ― dijo mientras salía del despacho ―
Quizás, tenga la oportunidad de verle en Atlanta durante su estancia
allí. Si necesita cualquier cosa durante esta semana, no dude en pedírmela…
Cuando salí de Projects
Corporation, lo primero que hice fue ir
a ver a Paula, ya estaba un poco mosca desde que había decidido entablar
negociaciones con la compañía y no sabía cómo aceptaría mi marcha inmediata.
No puso buena cara,
pero dijo: ― “Bueno, si solo son dos meses, no está mal. Espero que no haya
sorpresas y podamos llevar adelante nuestros planes de vida en común” ―. Unos días
más tarde, sentado en una plaza business, volaba hacia Atlanta, previa escala
en Miami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario