Otra vez, el terrorismo islamista ha vuelto a golpearnos y,
otra vez, los interesados en crear disputas actúan buscándole los tres pies al
gato y, otra vez, los interesados en
utilizar el hecho para sacar ventaja política, exponen a la luz las partes de
verdad que les interesa para sus fines. Unos, intentando dar al mundo una
imagen de suficiencia, para apoyar sus ansias independentistas, y otros,
tratando de hacer ver todo lo contrario. El final de la historia será, como
siempre, un enconamiento en los enfrentamientos, a pesar de los intentos
superficiales de demostrar lo contrario, utilizando palabras vacías y lugares
comunes en sus discursos. Quedó claro en la manifestación de ayer.
Por una parte, nadie, poca gente, resalta la gran magnitud
del problema con el que nos enfrentamos. Si hay algunas
manifestaciones de musulmanes proclamando que los que cometen estos actos, son
una minoría. Bien, supongo que es así; pero, también es cierto que, todos los
que los cometen, son musulmanes. Si las manifestaciones de inocencia son
ciertas, esos grupos “inocentes” deberían ser los primeros en querer expulsar
de sus comunidades a los terroristas.
Por otra parte, hemos de ser conscientes de que la raíz del
problema es una guerra civil entre musulmanes; de hecho, según estadísticas,
desde el 2004, el 87% de los atentados terroristas se han cometido en países
musulmanes, contra musulmanes, lo cual indica que el primer objetivo del Daesh,
ISIS, Al Qaeda, o el nombre que queramos dar, es conseguir gobernar en esos
territorios y poder alcanzar la masa crítica suficiente que les permita aspirar
a otros objetivos. Solo hay que tener en cuenta los casos de Irak, Siria,
Libia, Afganistán y los países africanos objeto de atentados. Incluso los ha
habido en la Arabia Saudi contra mezquitas Sihies.
Todos estos conflictos, sin olvidar el palestino israelí,
están provocando unos movimientos de masas que, por muchos esfuerzos que se
hagan, no seremos capaces de controlar y que no hacen sino crear situaciones de
frustración, disconformidad y sentimientos de injusticia que complicarán el
escenario.
Hasta ahora, por muy duros que hayan sido, y lo han sido,
los atentados en Europa, en mi opinión, solo han sido ejemplos de lo que esta
guerra producirá en todo el mundo occidental, que, en función de quien la gane, se convertirá,
definitivamente, en el objetivo de ese otro mundo radical, extremista y fanático.
Si pensásemos, de verdad, en ese escenario, creo que dejaríamos de perder el
tiempo en peleas estériles, para unirnos en la tarea de impedir que pueda
llegar a producirse.
Para ello, el mundo occidental tendrá que trabajar en
solucionar los conflictos para que esos movimientos de masas no tengan que
producirse, la solución no puede estar en asumir que Europa tenga que admitir
refugiados sine die; para eliminar las fuentes de financiación de los
terroristas; para cortar relaciones con los gobiernos que se demuestre que los
apoyan; para vigilar a quienes se dediquen a la captación y adoctrinamiento de
futuros terroristas en cada país; para reforzar, en lo posible, los sistemas de
seguridad. En resumen, habrá que trabajar para crear las condiciones que dificulten
al máximo estos terribles atentados, y que impidan a los fanáticos ejecutarlos...Y, todo eso no se conseguirá mientras sigamos en peleas tribales defendiendo intereses particulares, no siempre confesables,