Soy el primero en llegar a la
cita. Mis compañeros, los capitanes Costas y Ortiz, no han llegado, espero que
no tengan problemas para hacerlo. Hemos de extremar las precauciones para no
ser descubiertos. El futuro de nuestro Movimiento depende de ello. Nadie deberá
descubrir que, éste, es uno de nuestros lugares de reunión…
Los golpes convenidos en la
puerta, me anuncian su llegada.
— A tus órdenes capitán Chávez — es
su saludo al entrar en la habitación.
Examino a cada uno
cuidadosamente. Nada en nuestro aspecto debe delatar la pertenencia al ejército… Todo parece estar en orden y, como ya
estamos todos, tomo la palabra…
— Señores, les he convocado en esta ocasión por razones
especiales. Todos ustedes están siendo testigos, y partícipes, de los tristes
hechos que están llenando de luto nuestra patria. Por desgracia, nuestro compañero, el capitán Felipe
Acosta, caído durante las operaciones militares de estos días, ya no está con
nosotros, pero todos recordamos su actuación en defensa de los cuestionamientos
que hice de la situación política del país, en mi discurso de conmemoración del
ciento cincuenta y dos aniversario de la muerte de nuestro libertador Simón
Bolívar, y que tanto irritaron a nuestros superiores asistentes al acto. Al
final del mismo, como todos ustedes recuerdan, nos reunimos fuera de las
instalaciones militares para pronunciar nuestro
juramento, bajo el Samán del Guere:
“No dar descanso a nuestros brazos y reposo a nuestras
almas, hasta no ver instaurada en nuestro país una DEMOCRACIA SÓLIDA y
PROFUNDA, con alto contenido social, y especial atención a los menos
favorecidos”.
En ese día fundamos
el movimiento EBR-200, y es en éste, que hemos de llevar a la práctica lo que
nos propusimos entonces. Los acontecimientos así lo exigen. En nombre del juramento que hicimos, les pido su
colaboración para llevar a la práctica nuestro proyecto. Nuestro país nos
necesita y el sacrificio de nuestro compañero, el capitán Acosta, no puede ser
baldío. Por suerte, mi destino como jefe de Ayudantía del Consejo Nacional de
Seguridad y Defensa en el Palacio de Miraflores, me ofrece las oportunidades
necesarias para el desarrollo de nuestro proyecto. El nuevo gobierno me ha
confirmado en el cargo tras su toma de posesión y mi situación allí
proporcionará todo tipo de información útil a nuestro movimiento. Esa misma
circunstancia, me ha permitido estar al margen de toda intervención directa en
la locura colectiva que se ha desatado estos días y en la que ustedes han
tenido que participar en cumplimiento estricto de las órdenes de nuestros
superiores. Si triunfamos, cambiaremos el ejército y la política de nuestro
país ¡Cumplamos nuestro juramento! ¡Patria o muerte!
— ¡A tus órdenes, capitán Chávez! — Dijeron
mis camaradas puestos en pie —. ¡Patria o muerte!
Con los dientes apretados, sus
rostros curtidos expresan la tensión del momento, y conscientes de la importancia del paso que estamos
dando, nos fundimos en un abrazo para afirmar el compromiso con nuestro
juramento al MBR-200, cada día más fuerte, una vez que se han incorporado al
mismo, elementos civiles.
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