El fin de semana había sido maravilloso con aquella chiquilla alegre y viva
a la que me presentaron casualmente. Nos habíamos sentido atraídos a pesar de
la diferencia de edad y la ilusión había vuelto a mi vida. De forma
inconsciente, había empezado a hacer planes y decidí tirar todo lo que ataba al
pasado empezando por el contenido de aquel cajón. Entonces, reconocí su mirada en
la fotografía de Paula. Era ella, y también era yo. Después de veinte años, aquella
fotografía me había devuelto a la realidad; Paula me había ocultado lo que yo
sospeché durante todo este tiempo y la fotografía me mostraba la imposibilidad
de realizar ese último sueño.
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