viernes, 14 de enero de 2022

CUBA - LA HABANA IX

 La mañana amaneció excelente, como la de todos los días desde que había llegado a La Habana. El plan era, después de tomar el desayuno, visitar la Habana  vieja y alguna de las fortalezas construidas en la época colonial. Había oído, o leído, una anécdota de Carlos IV sobre la fortaleza de San Carlos de la Cabaña.

Al parecer, se le veía con frecuencia enfocar con un catalejo, desde los balcones de palacio, en la dirección de Cuba. Ante la pregunta de por qué hacía aquello, respondió:

Espero que, dado el gran coste que ha tenido la construcción de esa fortaleza, me sea posible divisarla desde aquí —.

Efectivamente, había sido la fortaleza mayor y más cara de las construidas en América hasta aquel momento. Su construcción se comenzó después de la recuperación de la ciudad, que había sido conquistada por las tropas británicas en 1762, lo que puso en evidencia las debilidades del Castillo de los Tres Reyes del Morro cuando fue ocupado después de ser asediado desde el lugar en que luego se construyó la nueva fortaleza.

Con este bagaje, después de desayunar, me dirigí a cumplir mi plan para el día.

He de reconocer que la llamada Habana Vieja me impactó sobremanera, fue lo que más me había gustado desde mi llegada a Cuba. Los alrededores de la plaza de la Catedral, así como la Catedral misma y algunos de los edificios que la circundan, me parecieron una maravilla, un lugar donde se percibía lo mejor de lo que había sido la conquista española. En absoluto me extrañó cuando, en 1982, el centro histórico de La Habana fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Según el escritor cubano Lezama Lima, era la «zona del primer hechizo habanero»

La vida eclosionaba en toda la zona: Las terrazas llenas de gente, la mayoría turistas, claro; los tenderetes de libros rodeados de gente curiosa y deseosa de encontrar alguna “joya” editorial, algunas casas se veía que habían sido restauradas recientemente y pintadas de colores vivos; mucha gente circulaba en bicicleta (nada del abigarramiento de las colas esperando la llegada del “camello” en el centro de la ciudad) En todo en el espacio se disfrutaba de un ambiente relajado que no se correspondía con lo que había vivido hasta ese momento en La Habana.

                                        



La catedral fue, en su principio, un deseo de los padres jesuitas que contó con toda la oposición posible por parte de las autoridades civiles y tuvo que ser el obispo de Compostela quien comprase, por 10.000 pesos, los terrenos para construir el colegio de los padres jesuitas y una misión. Proyecto que, a la muerte del obispo fue interrumpido, de nuevo, por el Procurador General y, más tarde, abandonado, por la expulsión de los Jesuitas por decisión de Carlos II.

Fue hacia el año 1787, cuando el antiguo oratorio comenzó a transformarse en la actual Catedral de la Habana. Se había tomado la decisión de dividir la diócesis, de Cuba, en dos, de acuerdo con una Real Cédula: una fue la de Santiago de Cuba, la única que existía hasta el momento, y la otra la diócesis de La Habana. A partir de ese momento, Felipe José de Trespalacios y Verdeja, primer obispo de esta nueva diócesis a partir de 1789, y sus sucesores, fueron quienes hicieron las transformaciones necesarias en el edificio para llegar a lo que es hoy la actual Catedral, que se erigió bajo la advocación de la Virgen María de la Concepción Inmaculada. Un edificio barroco, con tres naves y ocho capillas laterales y piso de mármol blanco y negro.

                                                    



En el interior de la Catedral, que actualmente lleva el nombre de San Cristóbal de la Habana, se encuentran varias tumbas de obispos  y personajes ilustres de la ciudad y, hasta la independencia de Cuba, también hubo allí un monumento funerario dedicado a Cristóbal Colón.

Existen otros edificios importantes en las cercanías de la Catedral que hacen de esta zona un conjunto arquitectónico que muestra cómo se convirtió, lo que inicialmente, en siglos anteriores, era una ciénaga, así se conocía a la plaza, de la Ciénaga , en el área más importante de la Habana a partir del siglo XVIII:

Así, La Casa de Don Luis Chacón, la del Conde de Casa Bayona, El Palacio del Marqués de Aguas Claras, que cuenta con unas arcadas muy interesantes, el Palacio del Conde de Casa Lombillo, La Casa del Marqués de Arcos…Todos estos edificios, a la desaparición de sus dueños, han sido utilizados como museos, liceos y sede de diversos departamentos administrativos.

Otras plazas próximas, como la Plaza de Armas la más antigua y lugar donde se fundó la “Villa de San Cristóbal de La Habana—,  la Plaza Vieja, la de San Francisco de Asís…, lugares como el Templete: edificación que simula, en estilo neoclásico, un templo grecorromano construido en 1828 para conmemorar la fundación de la ciudad, y donde hay plantada una ceiba para recordar el árbol bajo el cual se celebró la primera misa en La Habana.

Frente al Templete se encuentra el Palacio de los Capitanes Generales, donde vivieron más de 60 gobernadores a lo largo de su historia. En su patio central hay una estatua de Cristóbal Colón… En la Habana Vieja, se encuentra, concentrada, gran parte de la historia de la colonización española en América…

Mi siguiente visita fue a la fortaleza de “Los Tres Reyes Magos del Morro, situado a la entrada de la Bahía de La Habana y que, junto a la de La Punta, fueron las más importantes defensas de la ciudad, hasta que, en 1762, que tomada por los británicos y, con  ella, la ciudad. Después de su recuperación por la Corona española,    tras ser canjeada, junto con Manila, que también había sido perdida en la misma guerra, por las Floridas , la Corona española construyó, a finales del siglo XVIII, la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, para asegurar mejor la defensa de la ciudad.

Dentro de esta fortaleza se encuentra situado el Faro del Morro, el más antiguo de América y un emblema de Cuba; unos años después de mi visita, en 2008, fue hermanado con el de Hércules.

El Castillo y la fortaleza son construcciones muy interesantes, ejemplos de la arquitectura defensiva desarrollada en la época. Se mantienen los cañones y baterías de aquel momento que muestran lo importante que era el mantenimiento de la seguridad de la ciudad ante los ataques de piratas y corsarios. Con la rememoración de toda esta historia, de la que España había sido protagonista durante siglos, volví a descansar al hotel.

                                                    



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